Si te preocupa qué tipo de hábitos son los que deben de aprender tus hijos pequeños para convertirse en mejores personas, te recomiendo leer lo siguiente. Sin duda te será de utilidad.
Se dice que los primeros seis años de vida de una persona son determinantes para su desarrollo físico, mental y emocional debido a que, durante esta corta pero significativa etapa se aprende con mayor facilidad. Por ende, resulta indispensable que los padres trabajen arduamente con sus hijos a lo largo de estos primeros años, en aras de la persona que quieren formar.
Aprovechar la ternura y disponibilidad de esta edad para inculcar en un niño los mejores hábitos y valores irá perfilando su propio futuro y el de la sociedad en la que viva. Fomentar en él modales de respeto, disciplina y constancia, sin duda es la mayor de sus herencias.
Lee« No me obligues a saludar » Es sólo parte del meme más compartido en las redes; padres se ESCANDALIZAN.
Por supuesto, el proceso de enseñanza-aprendizaje de buenos hábitos puede ser largo y pesado. Con seguridad, tanto los padres como los hijos tendrán que desarrollar -en el transcurso de ese lapso- mayor paciencia, receptividad y tolerancia. Sin embargo, los resultados y beneficios, provenientes de este tipo de labor familiar, serán únicos y extraordinarios.
Ahora bien, estimada lectora, si tus hijos aún se encuentran por debajo del rango de edad mencionada, te recomiendo que pongas manos a la obra con ellos a la voz de ya. Instrúyelos en su camino desde ahora para que, más adelante, se conviertan en hombres y mujeres de bien, y no temas equivocarte, que en el camino se aprende también de los fallos.
Si te interesa saber cuáles son algunos de los hábitos que todo niño -incluidos tus hijos- debe adquirir antes de cumplir los 6 años, te comparto lo siguiente.
1. El bien de la disciplina
No hay duda de que la disciplina facilita la vida y encamina a las personas hacia el éxito. Aún más, cuando se aprende dicho hábito desde la infancia. Además de que las oportunidades para alcanzar las metas y objetivos se incrementan, es un hecho que ser un niño disciplinado te exenta -como madre y padre de familia- de vivir desagradables experiencias.
Impulsar en tu hijo la disciplina de tender su cama, ayudar en los quehaceres domésticos, hacer sus tareas (deberes escolares) y realizar sus demás labores, no solamente lo convertirá en un mejor niño, sino en un mejor hijo, hermano, alumno y amigo.
2. El orden y sus beneficios
El orden, además de ser un hábito, es una virtud que muy pocos adquieren en la infancia. Sin embargo, aquellos que lo hacen comprueban los múltiples beneficios que resultan de dicho hábito. Un niño que antes de cumplir 6 años aprende a ser ordenado, tendrá un mejor desempeño académico y una mejor relación con sus padres, hermanos y profesores.
La razón de enseñarle a tu hijo -desde pequeñito- la importancia de mantener en orden sus juguetes, su habitación, sus cajones y materiales de la escuela, estriba en el hecho de que, esta virtud, traerá consigo mayor calma y tranquilidad a su vida.
3. El aseo es bien visto en todas partes
Enseñar a los niños a lavarse las manos antes y después de ir al sanitario, bañarse todos los días, lavarse la cara al despertar o cepillar sus dientes por lo menos tres veces por día, son hábitos de higiene y aseo fundamentales que no se pueden postergar.
Hacerles consciencia de que ser aseados puede librarlos de enfermedades y padecimientos les ayudará a adquirir dicho hábito de manera más fácil.
4. Ese gran aliado: el respeto
Inculcar en un niño el hábito de saludar al llegar y salir de un lugar, no interrumpir a las personas mientras hablan, no tomar las cosas que no le corresponden y demás prácticas similares, lo convertirá en un niño muy querido y respetado por quienes lo rodeen.
5. Hacer ejercicio y comer sanamente
Adquirir el hábito de llevar una vida saludable -con base en el ejercicio físico y una alimentación balanceada- es otra virtud que, por pequeño que sea un niño, debe de aprender antes de la edad mencionada. Sin duda le aportará una mejor calidad de vida al crecer y alcanzar la madurez.
6. El estudio: constancia y esfuerzo
Por último, pero no menos importante, está el hábito del estudio. Enseñar a todo niño el valor del conocimiento y la importancia de ser constante en el proceso de aprendizaje ampliará grandemente sus horizontes, expectativas y metas desde temprana edad. También abrirá su visión y lo motivará, por pequeño que sea, a estudiar todo cuanto pueda de manera habitual.
Por si fuera poco, ten por seguro que estos hábitos los replicará en sus propios hijos y en quienes lo rodeen, amigos, compañeros de escuela y trabajo y demás gente del barrio y la sociedad en la que viva. Es decir, estarás haciendo no una labor en solitario, sino para la colectividad. El esfuerzo, como puedes ver, bien vale la pena, los trabajos que te lleve y cada minuto de esfuerzo que inviertas.
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