La posesión y el miedo son contrarios a lo que significa amar. Para vivir este sentimiento con plenitud es necesario aprender a soltar, dejar ir, liberárnos de aquello que no es nuestro, que no nos pertenece. Todo lo que amamos tiene la cualidad de ser libre y por lo tanto efímero e variable.
Cuando amamos nos cuesta aprender a dejar marchar a lo que nos hemos aferrado. Es algo para lo que no estamos preparados hasta que pasamos por la experiencia. De pronto nos encontramos ante una situación de la que somos dependientes, y que hemos ido alimentando sin darnos apenas cuenta.
¿Alguna vez tuviste miedo de que se terminara una relación de amor? Es probable que sí, y esta situación en sí genera malestar y sufrimiento. Comenzamos relaciones con mucho entusiasmo e ilusión, en ese momento todo es perfecto y eterno. La realidad sin embargo es diferente, ya que todo lo que comienza es susceptible de terminar, de cambiar, y de transformarse.
Prepararnos para los cambios nos hace ser más conscientes, de que todo momento es único e irrepetible. Aprendemos con el tiempo que hacer el esfuerzo de retener solo nos genera sufrimiento.
Parte de amar es aprender a dejar ir
Tenemos la ilusión de que hay cosas permanentes y, por lo tanto, actuamos como si lo fueran. De esta forma nos engañamos con la creencia de que hay sensaciones que siempre estarán ahí, personas que nunca cambiarán, y situaciones que permanecerán tal y como queremos. Todo esto forma parte del cuento que nos gusta contarnos para no afrontar la realidad.
¿No te has percatado de cómo lo que hay a tu alrededor cambia?, ¿no te has dado cuenta de cómo tú vas cambiando? Tu cuerpo, tus circunstancias, tu actitud y tus experiencias; se van modificando a lo largo del tiempo. Inevitablemente vivimos en un continuo cambio.
El amor, al ser potencialmente una de las experiencias más maravillosas por las que podemos pasar, pretendemos atesorarlo, retenerlo y seguir sintiéndolo de forma eterna. El amor es así, es eterno mientras dura; aunque es necesario aceptar que se transforma y fluye como el agua de un manantial.
Amar es incompatible con la retención, el amor en esencia supone libertad. Este es uno de los aprendizajes más importantes por los que nos toca pasar, si queremos combatir la frustración, el rencor, el sufrimiento, e incluso el odio que aparece cuando nos aferramos con fuerza a lo que ya no existe.
Al no saber amar nos frustramos
El amor no duele, es un sentimiento que se disfruta y que se vive con entusiasmo, con ilusión, y con la calma de que estamos con las persona que queremos. Supone una gran paz interior y una liberación en la expresión de nuestro ser. Ante este sentimiento el sufrimiento no tiene espacio.
¿Qué sucede cuando amamos y no somos correspondidos? Esta situación habitual que genera tanto dolor, nos sirve de ejemplo para entender que no hemos aprendido a amar. Nos frustramos no porque amemos, sino porque hemos aprendido a amar con condiciones, con las expectativas y las pretensiones de la posesión.
“Para la mayoría de la gente, el problema del amor consiste fundamentalmente en ser amado, y no en amar, no en la propia capacidad de amar.”
Nos resulta muy difícil aceptar cuando el amor acaba, cuando otra persona no siente lo mismo nos sentimos heridos y angustiados. Esas sensaciones forman parte de nuestra idea del amor, de los pensamientos en los que nos juzgamos como poco valiosos. Al hacer valoraciones personales que nada tienen que ver con el amor caemos en la autodestrucción.
La frustración acaba al comprender nuestra idea equivocada del amor: reconociendo, que la libertad comienza cuando nos desprendemos de todo aquello que no nos deja ser libres. Ya que nos aferramos a la idea de cómo han de ser las cosas y esto nos mantiene en la desilusión.
Mujer sentada sobre el río
Dejar ir es nuestra mejor prueba de amor
Lo pasamos mal cuando nos resistimos a los cambios que experimenta el amor. Podemos revertir esta situación, atendiendo a nuestra capacidad de seguir amando, aceptando la libertad del ser amado. Dejando de oponer resistencia, ante lo que inevitablemente hemos de dejar ir. Esta experiencia es la que realmente nos puede acercar a un estado de paz interior.
Aprender a soltar nos libera, nos deja espacio para que el amor siga fluyendo. Y a su vez facilitamos el proceso para que la otra persona siga su camino, el que haya decidido, el que necesite seguir. Esta es la más honesta prueba de amor que podemos hacernos a nosotros mismos y a las demás personas.
Nos amamos cuando nos damos la oportunidad para comenzar de nuevo y seguir receptivos ante la posibilidad de conocer nuevas formas de amor. Sin que existan atascos internos que nos atormenten, nos paralicen, y destruyan nuestra capacidad natural para vivir con intensidad nuestros sentimientos.
La esencia de todo lo hermoso que experimentamos es la propia libertad, si somos capaces de dejar de apretar para aprender a soltar, estaremos confluyendo por el camino de la felicidad y del amor.
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