Se enamoró como todos lo hacen
entregando el corazón,
perdiendo el sentido
apegándose al latido.
Miró más allá de sus pupilas,
se detuvo entre sus labios
dando bienvenida a la primavera,
despidiéndose del invierno.
Se encontró en la hoguera
de la pasión fundiéndose
pecho a pecho, bajo el oscuro
cielo desplegado entre sus cuerpo.
Aniquiló los miedos latiendo
lento, dió paso al resentido
del fuego calcinando por dentro,
se entregó al tacto de esas llamas
e iluminó el oscuro rincón
transpirando vida, lamento.
Una dosis de perversión entre
tanta locura, agudizó la noche
iluminando la entrada a esa
alborada líquida derramada al deseo.
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