Ritual Antiguo de la Lengua Dulce.

Para que tus palabras convenzan, abran puertas y dominen con respeto

Desde tiempos antiguos, la lengua ha sido considerada un instrumento sagrado de creación. En la tradición medieval y en prácticas mágicas antiguas, se creía que la palabra ungida tenía el poder de mover voluntades, calmar resistencias y abrir acuerdos favorables. Por eso, los oradores, comerciantes y consejeros utilizaban miel y especias antes de hablar asuntos importantes.

La miel simboliza dulzura, atracción y aceptación.

La canela activa el fuego de la persuasión, la autoridad natural y el magnetismo verbal.

Juntas, despiertan el poder del verbo consciente.

Cuándo realizar este ritual

Antes de una conversación importante

Antes de pedir un favor, negociar o defender una idea

Antes de una reunión, entrevista o reconciliación

Siempre que necesites que tus palabras sean escuchadas y aceptadas

Materiales

Una pizca de miel

Una pizca de canela en polvo

(No hace falta más. La magia está en la intención.)

Procedimiento

1. Mezcla la miel con la canela hasta formar una pasta ligera.

2. Con la yema del dedo, toma una pequeña cantidad.

3. Frente a un espejo o en silencio, haz tres cruces suaves sobre tu lengua.

4. Mientras lo haces, concéntrate en hablar con verdad, claridad y firmeza.

Oración de Activación 

“Que mi palabra sea justa y escuchada,

que mi voz entre sin resistencia,

que lo que diga nazca del equilibrio

y sea recibido con aceptación y acuerdo.”

“Lingua mea dulcis sit, verba mea vincant sine daño.”

Que mi lengua sea dulce,

que mis palabras convenzan sin causar daño.

“Verba mea corda aperiant.”

Que mis palabras abran corazones.

Cierre del ritual

No vuelvas a hablar hasta que la mezcla se haya disuelto por completo. Cuando hables, hazlo con calma: la fuerza del ritual actúa mejor desde la serenidad, no desde la prisa.

Nota importante

Este ritual no es para manipular con malicia, sino para armonizar la comunicación, suavizar tensiones y permitir que la verdad encuentre camino. La palabra ungida tiene poder cuando nace desde la intención limpia.