ME PERDONO…



Un día decidí dejar de culparme y hacer algo más constructivo, perdonarme y soltar algunas cosas de mi pasado que aún me pesaban. Dicen que cuando no llegas a perdonar a una persona, nunca terminas de superar lo que te hizo, no lo sueltas; cargas en tu corazón con el resentimiento, el rencor y la rabia; sentimientos que te intoxican desde dentro y que, a la larga, sólo traen consigo amargura y frustración. Entonces, ¿qué podía pasar si no me perdonaba a mi misma?. Nada bueno.


Me perdono por todas las veces que no confié en mi valor propio y dejé mi valorización en manos de otros.


Me perdono por descuidarme a mí misma y por haber rechazado cultivar mi belleza y mi espiritualidad, a favor de cultivar el intelecto y la cultura, características mejor vistas socialmente.


Me perdono por todas las veces que no escuché mi voz interior y cedí a las presiones sociales, amargándome, o llevándome a realizar acciones que realmente no deseaba.


Me perdono por negar la sabiduría de mi cuerpo y mi ser mujer, hombre. Ocasionándome enfermedades, y una relación literalmente “dolorosa” conmigo misma.


Me perdono por mi desconocimiento y desconexión de mi naturaleza cíclica, generando que me auto-considerara “loca” en más de una oportunidad.


Me perdono por las veces que no supe poner límites amorosos a situaciones que me estaban haciendo daño y terminé haciendo y haciéndome más daño.


Me perdono por las mil veces que me engañé a mi misma con falsas ilusiones.


Me perdono por toda la energía que perdí tratando de adaptarme a convenciones sociales que iban en contra de mi naturaleza.


Me perdono por toda la rabia, envidia, odio y violencia que me causé, por no saber ver que los demás son solamente mi reflejo, y no poder apreciar su propia vulnerabilidad, así como la esencia divina en su interior.


Me perdono por haber sentido celos de otras mujeres, hombres, siguiendo el mandato patriarcal de competencia y desconfianza.


Me perdono por haber depositado mi felicidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

No me da miedo la vejez, no. No me asustan las arrugas.

                        Imagen de la web. Nada me da miedo, ni los cabellos blancos, ni los achaques del cuerpo. Es natural. El tiempo pasa ...