Hace un tiempo atrás, conocí a una persona especial. Lo conocí mientras viajaba hacia el centro de la ciudad. El llevaba un traje negro, camisa negra y una corbata negra como si fuese a un velatorio. Estaba sentado justo al lado mío, pero no le preste mucha atención en ese momento. Estaba apurado, se me hacía tarde y miraba el reloj cada dos segundos.
-No mires tanto el reloj, el tiempo es lo que menos importa- me dijo de manera sorpresiva.
-Ojalá el tiempo no fuese importante –dije- no quiero llegar tarde.
-Es razonable tu apuro –me respondió con una sonrisa suave- pero no es importante.
Yo no le contesté. ¿Qué le importa a ese viejo mi vida?
-Pasé sesenta y ocho años compartiendo cosas con mi hermano, ahora ya no lo tengo.
-Lo siento mucho –contesté medio confundido.
-Gracias, no lo dije para incomodarte. Era su hora… ¿Crees en el destino?
-La verdad que no, y tengo razones para creer así. No me gusta vivir sabiendo que mi vida ya está escrita y predestinada.
-Para mi manera de pensar tienes razón. Hace muchos años atrás yo andaba igual de preocupado que tú. Miraba el reloj cada dos segundos, corriendo del trabajo al estudio, del estudio a mi casa y así todos los días. Nunca tenía tiempo para nada. Mi esposa ya estaba perdiendo la paciencia y mi familia se estaba desmoronando.
Un día, tenía que encontrarme con mi hermano en un café. Quedamos encontrarnos a la cinco de la tarde. Yo entre tantas cosas me olvide por unos instantes del compromiso. Cuando me acordé eran las cinco menos diez minutos. Tenía por lo menos media hora de viaje. No tenía como hacerle saber de mi tardanza. Llegué al lugar veinte minutos tarde. A cincuenta metros del café había un cerco de policías, bomberos y ambulancias. El café se había incendiado. Pedí pasar ya que mi hermano estaba en ese café pero no pude. Pregunté que pasó y me contestaron que hubo una fuga de gas y explotaron en la cocina.
Luego de un rato me enteré que mi hermano estaba muerto. En mi cabeza solo rondaban estas ideas, ¡si no hubiese llegado tarde también hubiese muerto!, ¡si nos hubiésemos encontrado en otro lado o en otro día!¡si pudiese volver el tiempo atrás!
Desesperado terminé yendo a la casa de una amiga para que me ayude y aconseje. ¡Su pudiese cambiar las cosas! ¡si pudiese volver el tiempo atrás!, era todo lo que le repetía llorando. Mi amiga me dijo y me ofreció la oportunidad de atrasar el tiempo todo lo que yo quisiese, pero solo tenía una sola oportunidad.
Sin pensarlo acepté y le pedí volver el tiempo al momento en que arreglaba con mi hermano ir al café. Ella cumplió mi pedido. Me encontré justo en ese momento. En seguida cambié de lugar y fecha con mi hermano para asegurarme bien de que no vuelva a suceder. Al día siguiente el café se incendió, pero mi hermano estaba vivo.
Pasaron un par de días, mi ritmo de vida era acelerado y no disfrutaba de mi familia ni de la gente que me rodeaba, era un obsesivo al trabajo y al estudio.
Hasta que algo cambió mi vida. Mi hermano era chofer de trenes. Una tarde andaba atrasado de tiempo y aceleró un poco mas de lo máximo permitido la velocidad del tren para llegar a tiempo sabiendo que estaba en una zona urbana y que podía ocasionar un accidente. Pero no le dio importancia. A trescientos metros la vía pasaba por una calle, toca el pito para que sepan que se acerca el tren. En eso ve que hay un vehículo de pasajeros parado justo en medio de la vía. Si él hubiese ido a la velocidad máxima permitida, no hubiera pasado nada. Chocó produciendo más de veinte muertos, el tren se descarriló, provocando que muchos pasajeros del tren salgan heridos y tres de ellos, ancianos ya terminen muertos por el impacto. Nunca más volvió a conducir un tren.
Ya era el momento en el que me tenía que bajar.
-Muy interesante –le comenté- lástima que ya me tengo que bajar en la próxima parada.
-Yo también –me contestó el anciano.
Bajamos juntos. En el momento de despedirme el me dijo:
-Al final por querer salvar la vida de mi hermano, murieron como treinta personas inocentes. Al final por andar siempre sin tiempo, casi pierdo a mi familia. Desde ese momento decidí que el tiempo debe ser usado de manera cuidadosa, y que no sirve andar alterándolo. Las cosas por algo suceden y no se puede volver atrás. Lo que sí se puede hacer es aprovechar el tiempo lo mejor que podamos y aceptar las cosas que nos pasaron. No se puede alterar al tiempo, pero si se puede aprovechar y administrar de la mejor manera posible.
-Bueno, muchas gracias –le contesté dándole la mano al anciano- lo voy a tener en cuenta. Debo irme.
-Gracias muchacho, suerte y no te olvides ¡aprovecha bien cada momento que el tiempo vale oro! Adiós.
-Hasta luego –respondí.
No se quien era, pero me dejó una lección muy importante.
Ahora dependen de ustedes que lecciones aprenden para sus vidas.
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