Las mamás que cuidan de sus hijos también son mujeres trabajadoras. También ellas contribuyen, a pesar de no cobrar un salario, también ellas llegan rendidas a la cama por las noches, a pesar de no estar cotizando. La suya, aunque a muchos les cueste creerlo, es una labor igual de digna, y quizá, la más hermosa del mundo.
Algo que todos sabemos es que vivimos una actualidad donde a la mujer se le exige -y se autoexige- una eficiencia casi extrema en todos los ámbitos de su vida. Debe batallar en una sociedad poco dada a la conciliación, hacer peripecias para cuadrar horarios, para llevar y recoger a los niños, y garantizarles un bienestar económico donde no descuidar la riqueza emocional y la complicidad madre-hijo.
No es fácil, y aún así son millones las mujeres que lo consiguen a diario: crían, educan y alcanzan cuotas de éxito en sus respectivas profesiones. Sin embargo, y aunque a muchos les cueste creerlo hay muchas mamás que por las razones que sean, eligen postergar la entrada al mundo laboral tras dar a luz.
A veces se debe a una elección personal, en otras ocasiones es el propio contexto laboral y la complejidad por hallar un nuevo empleo el que dificulta esa incorporación, pero sea como sea, debemos tenerlo claro: la mujer o el hombre que está en casa atendiendo a los niños también trabaja.
Te invitamos a reflexionar sobre ello.
No cobro un salario, pero trabajo e invierto mi vida en el mejor proyecto
Un hijo no solo es un proyecto vital, es nuestra responsabilidad, nuestra inspiración cotidiana y alguien a quien le vamos a dedicar el resto de nuestra vida.
Sabemos que a día de hoy no faltan las mamás que se reincorporan con todo el ánimo y las ganas a su trabajo después de esas 16 semanas de baja.
Sin embargo, cerca del 80% de las parejas consideran que ese tiempo es insuficiente.
Si organismos como la OMS recomiendan por ejemplo alargar la lactancia hasta los 6 meses, lo lógico sería que los organismos sociales armonizaran con ese mismo principio.
Algo que todos tenemos claro es que nuestros contextos laborales no son sensibles a estas necesidades vitales, y es eso lo que hace que sean muchas las mujeres que opten, sencillamente, por quedarse en casa para criar a sus hijos.
Me quedo en casa y no estoy validando el clásico esquema de género
A día de hoy no falta quien ve con suma extrañeza a esa mamá que por voluntad propia elige esta opción. Lo primero que los demás suelen pensar es que “está renunciando” a un tiempo valioso que le permitiría prosperar profesional y personalmente.
Ahora bien, quedarse en casa no valida nada ni se renuncia a nada, es más, se gana en tiempo de calidad y en esa inversión en los propios hijos donde no existen las prisas, ni los horarios, ni el estrés ni las presiones.
Por otro lado, también es importante resaltar que son muchos los hombres que también eligen quedarse en casa. Sin embargo, si esto se da siempre responde al hecho de que la pareja dispone de un salario más interesante, lo cual permite que sea el papá quien decida por voluntad propia aplazar su vuelta al mundo laboral.
La crianza es un trabajo de 27 horas al día
No se cobra, no se cotiza, pero tampoco hay descansos ni vacaciones. En la crianza de todo niño se necesita la maestría de la paciencia, el doctorado de la pericia y el máster en resistencias.
Se duerme poco, los horarios no son flexibles y los fines de semana son una continuación del lunes.
Aquí no hay respiros para tomar un café, ni cenas de viernes por la noche.
Las mamás que eligen quedarse en casa no se quejan de su sueldo ni nunca la harán, porque no hay mejor paga que la sonrisa de sus hijos, que un abrazo de buenas noches o una siesta compartida en el sofá.
Noruega, el paraíso para las mamás y las familias
Hay un dato que todos tenemos claro: si nuestras políticas sociales invirtieran más en conciliación, una mujer no dudaría en poder compaginar ambos aspectos: el trabajo o la maternidad.
Sin embargo, en la actualidad son muchas las mujeres que se ven la extrema situación de tener que “perder” el trabajo por el simple hecho de quedar embarazada.
Desde el momento en que se dan estas realidades, es que hemos fracasado como supuesta sociedad avanzada.
Por ello, una de nuestras máximas referencias en cuanto a conciliación sigue siendo Noruega.
mamás
La baja por maternidad es de 56 semanas (1 año y dos meses, aproximadamente)
Las mamás noruegas pueden elegir tomarse 46 semanas de baja con el 100% del sueldo o 56 semanas con el 80%.
El padre disfruta de 10 semanas con el salario íntegro
Además, cuentan con una plaza de guardería garantizada, de hecho, en la mayoría de empresas disponen de una.
Los horarios laborales son de una media de 37 horas semanales.
Cuentan con 20 días de baja sin justificar para poder atender a sus hijos
El estado les aporta 120 euros mensuales hasta que el niño cumpla los 18.
Para concluir, el modelo ideal de Noruega es algo que todos los países deberían imitar. Es el único modo de invertir en igualdad y ante todo, en dar valor a la crianza de un hijo y a las nuevas generaciones del futuro. Hasta entonces, no discriminemos nunca a una mujer que por las razones que sean, elige quedarse en casa para atender a sus niños: también ella está invirtiendo en el futuro.
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