Es posible que a lo largo de tu vida, hayas experimentado esta sensación más de una vez. El percibir que no puedes avanzar, que no te permiten conseguir aquello que deseas, bien porque te “cortan las alas” o tal vez, porque te ponen unos grilletes con el fin de que no puedas escapar de una determinada esfera de control.
El crecimiento personal demanda oportunidades y confianza, además de valentía y voluntad propia. A la hora de hablar de este concepto podemos fijar nuestra atención por ejemplo en los padres o incluso en los educadores, esas figuras de poder que muy a menudo, ejercen como “cortadores de alas” habituales.
Modelos educativos en los cuales se “castra” la curiosidad natural de los niños, encauzándolos por unos parámetros establecidos donde no hay espontaneidad, ni creatividad… Al final educamos alumnos iguales y estandarizados y de mentalidad rígida, que no se terminan de adaptar a un mundo tan complejo como el actual.
Ahora bien, no solo son los padres o los educadores los que a menudo limitan el crecimiento personal de los más pequeños. Hay veces, en que esas tijeras están sujetas por nuestras propias parejas, relaciones en las que lejos de “crecer”, de avanzar y madurar como persona, se nos vetan muchas libertades y aspiraciones.
Un tema complejo del que merece la pena hablar.
Las barreras del crecimiento personal
¿De qué manera podríamos definir el crecimiento personal? En ocasiones, sentimos esa inquietud en nuestro interior que tiene forma de vacío y de ilusión, todo al mismo tiempo. Las personas estamos henchidas de metas y proyectos, de aspiraciones con las cuales, retarnos a nosotros mismos para sentirnos capaces, útiles y valiosos.
En ocasiones no son grandes proyectos, en absoluto, hay veces que solo deseamos sentirnos bien, sentirnos independientes, valientes, y seguros de nosotros mismos. Sin embargo, todo el círculo social que se extiende a nuestro alrededor va a tener mucho peso a la hora de poder alcanzar estas dimensiones, en ocasiones, tan básicas como elementales.
¿Cuáles son las principales barreras del crecimiento personal? ¿De qué modo podemos vencerlas? Veámoslo:
1. La desconfianza: La desconfianza de los demás y también, la que nosotros mismos podemos desarrollar sobre las propias capacidades. En ocasiones es una especie de círculo vicioso. Pensemos por ejemplo en esos padres sobreprotectores que ponen una barrera tras otra para que su hijo, siga en la unidad familiar.
sobreprotector
Harán lo posible para que siga siendo dependiente, frustrando incluso algunos aspectos laborales e incluso poniendo muros para que encuentre una pareja. Cortarán sus alas una y otra vez, consiguiendo que se autoperciba como una persona “no válida” para determinadas cosas. Es un riesgo muy elevado.
2. La inseguridad: Resulta curioso ver como en ocasiones, personas que llevan una vida vital, intensa e independiente, establecen de pronto relaciones de pareja en las cuales, acaba cambiando su personalidad. El control por parte de uno de los miembros, acaba generando dependencia, y la dependencia se trasforma en miedo y en inseguridad. Son relaciones tóxicas donde queda completamente desvanecida cualquier tipo de crecimiento personal.
3. Pérdida de control: En el momento en que percibimos que nos están cortando las alas, y que a su vez, lo permitimos, perdemos todo el control de la situación. ¿Por qué lo hacemos? ¿Por qué dejamos que otros levanten muros a nuestro alrededor vetando nuestro crecimiento personal?
En ocasiones es por miedo, otras por un cariño o un amor tóxico al que somos dependientes y que no nos atrevemos a romper. Puede que sea también por escasa fuerza de voluntad, porque es demasiado tiempo conviviendo en esa zona de confort donde todo es seguro y previsible… Son sin duda, muchos factores a tener en cuenta.
No permitas que lo hagan, no dejes que nadie decida por ti ni que cerque tus aspiraciones. Lo que sientes en tu interior debe actuar como una mecha y como un interruptor que debe hacerte reaccionar. El crecimiento personal requiere valentía y saber buscar ese viento que hará navegar el timón de tu barco.
Busca tu océano, emprende tu rumbo girando el rostro a aquellos que desean cortarte las alas. Recuerda que todo aquel que intente hacerlo querrá convencerte de que te quiere, de que hace lo que es mejor para ti, pero no es cierto. Quien ama de verdad no impone ni vulnera, sino que permite y abre el camino para que avancemos en confianza.
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