No, ni siquiera cuando pierdes los nervios y gritas, ni cuando
te supera todo y los mandas a su habitación, ni cuando te
quejas en voz alta porque estás cansada.
Ni cuando te das cuenta de que no era para
tanto pero los has reñido igual.
Aunque te gustes mas sonriente y cariñosa, divertida y risueña. Y es que hace mucho que no te ves así y últimamente siempre estés enfadada.
Cuando el sueño habla por ti, y el cansancio, y las malas noches y los malos días.
Y terminas la tarde con los niños durmiendo y tu llorando sola.
Agobiada y agotada, casi deprimida, y sintiéndote culpable.
Culpable por no ser esa madre sonriente y feliz de la foto, la de paciencia infinita y niños limpios y peinados que no se manchan comiendo.
Esa haciendo manualidades en una casa brillante y ordenada.
Cansada. Así te sientes.
Porque te pasas el día corriendo detrás de ellos en horarios absurdos de clases, y en los intervalos compras, cocinas, limpias.
Y vives en un sin vivir de idas y vueltas, y cuando terminan sigues con extraescolares, y meriendas con amiguitos, y ayudándoles con los deberes y controlando que coman, que merienden, que cenen, que se laven las manos y los dientes y el pijama, y mañana tiene exámen, y no se sabe la tabla del 6, y tienes que leerte el cuento, y cuando por fin llega la hora y se queda la casa en silencio… Te parece poco todo lo que has hecho y te miras en el espejo y no te ves sonriente, tu pelo da pena, vuelves a tener una cesta de ropa sucia y ni siquiera se te dan bien las manualidades.
Y te sientas y tras 15 minutos te levantas del sofá para planchar porque te sientes culpable.
Muy culpable. Mala madre.
Por todo, por nada, por la vida…
Y te miras en todos los reflejos y no recuerdas la última vez que sonreíste al verte, y mides tus ojeras y las primeras arrugas y te vas a la cama con mal sabor de boca, esperando que mañana sea mejor día, aunque sabes que se repetirá el de hoy.
Cuando parece que el mundo está en tu contra y no llegas, no puedes con la casa, con la ropa, con los niños…
Y ese comentario de alguien de la familia diciendo: Claro, como no trabajas!
Y él, cuando llega aunque no dice nada te mira y sabes que se pregunta: Por qué no está lista la cena?
Y tu callas. Porque estas frustrada y sientes que lo haces mal, todo mal.
Porque te sientes culpable, no trabajas, y sabes que te juzgan por ello continuamente.
El, la familia, las amigas, hasta las mamás del cole, con ese no se de que te quejas? Si tu no trabajas, si además trabajaras fuera…
Mala madre. Culpable. Y ni te atreves a decirlo en voz alta, porque eres la primera que se juzga, mas duramente que nadie.
Y piensas que no has trabajado más en tu vida, cuando tus jornadas son de 24 horas, pero nadie lo ve porque es él que trae el dinero a casa, y nadie te valora. Ni tu.
Y tus hijos son pequeños y no entienden que también necesitas desconectar, y lo sabes, ellos no tienen culpa de nada pero pagas con ellos aunque no quieras, aunque simules una sonrisa en el fondo sabes que lo notan.
Y te lo demuestran llorando mas por cualquier cosa, peleando entre ellos, sacándote de quicio. Mamá, mamá, mamá.
No puedes más, estas frustrada, triste, agotada, y te miras y sólo ves a esa mala madre, sin paciencia, sin ganas, todo el día riñendo o gritando o enfadada.
La mala madre…
No eres una mala madre, tan solo una madre cansada.
Y piensas que tal vez estarías mejor trabajando, y tus tristezas serían menos si sólo llorases por no verlos, que tal vez es eso lo que necesitas, echarles de menos y no de más.
Y esas noches tras el llanto recuerdas como era tu vida de antes y piensas que si no te habrás equivocado, porque con lo mal que lo estás haciendo seguro que fue un error tener hijos…
Mala madre.
Esa que mientras les riñe les prepara la ropa de mañana, y la cena, y le roba tiempo al sueño para coser dobladillos.
O para terminar ese disfraz, o para que mañana coman su comida preferida. O simplemente para que tengan un rato más de parque.
Esa que se despierta con cada tos, que se levanta si respiran distinto, que pone el despertador una hora antes para que se levanten con la casa caldeada. La que nunca olvida la merienda.
La mala madre.
La que hace mucho que no tiene tiempo para ella porque ya no sabe de prioridades, porque su única fe son sus hijos.
La que vive por y para ellos, sí, esa eres tu.
Tal vez no debieras exigirte tanto. Tal vez no debieran exigirte tanto.
No tendrías que estar sola, ni cargar sola con todo.
La maternidad no debiera ser sinónimo de amargura, ni de soledad.
La maternidad no debiera ser sinónimo de amargura, ni de soledad.
Mala madre…
Quítate peso, suelta lastre, y sonríe, como hacías antes, y mira, a la madre, ni buena ni mala, que habita en ti.
Solo la madre perfecta, la madre de tus hijos.
Y quiérete.
Quiérete por el millón de cosas que haces a diario, y por las que no haces tambien, y por las que hacías y las que te gustaría volver a hacer, quiérete tal y como eres.
Y respira, no eres una mala madre, tan solo una madre cansada.
Mala madre. Un adjetivo que tarde o temprano todas nos ponemos, pero sabes qué?
Mala madre es la que maltrata, la que no cuida a sus hijos, ni los viste ni los baña, la que no se sienta con ellos a hacer los deberes, la que no les da la cena ni se preocupa de que duerman arropados. La que los abandona.
Tu no eres mala madre.
Miralos. Mírate, lo estas haciendo muy bien, lo mejor que puedes, lo mejor que sabes.
No lo olvides.
No tienes que cambiar tu, tiene que cambiar el mundo.
Quiérete!!! Y no vuelvas a llamarte mala madre…"