Cada año se diagnostican 900 nuevos casos de niños con cáncer menores de 15 años. Afortunadamente, los avances médicos están permitiendo que su longitud de vida sea mayor. Pero no sólo es importante curar su enfermedad, sino también hay que poner mucha atención en su calidad de vida.
Los efectos secundarios de la enfermedad y de los tratamientos deben estar en el punto de mira. Por esta razón, es importante reunir las técnicas psicológicas más efectivas para reducirlos. Además, es recomendable conocer las intervenciones más adecuadas para reducir los problemas de ansiedad y depresión que puedan presentar los niños. Sin olvidar la mejora de su calidad de vida, tanto durante el proceso de enfermedad como una vez superada.
Niños con cáncer: cómo les impacta la enfermedad
El niño oncológico padece tanto síntomas físicos como psicológicos. Entre los síntomas físicos podemos destacar los vómitos, la pérdida de peso, la fatiga, etc. Mientras que a nivel emocional, los niños con cáncer se enfrentan a sentimientos como la ira, el miedo, la soledad o la ansiedad.
Depende de la edad en la que se realiza el diagnóstico, la enfermedad se manifiesta de una manera u otra. En los niños con cáncer más pequeños destaca la preocupación por el dolor y el miedo a separarse de los padres. En los más mayores empiezan a surgir los sentimientos de soledad. Mientras que en los adolescentes aparece el miedo a morir y el estrés relacionado con los cambios físicos.
Si bien es cierto que también aparecen puntos en común. El dolor es una de las inquietudes más frecuentes. Dicho dolor puede proceder de la propia enfermedad o aparecer debido a los procedimientos médicos. Por ejemplo, la aspiración y biopsia de médula son procedimientos muy dolorosos y frecuentes durante la intervención.
Los niños con cáncer también deben exponerse a procedimientos como la radioterapia, la quimioterapia o las extracciones de sangre, considerados como más dolorosos que la propia enfermedad. Además, los trastornos del sueño, la fatiga, los problemas de ansiedad, los síntomas depresivos y los problemas en sus relaciones sociales también son bastante comunes.
Intervención psicológica en niños con cáncer
Conocer el diagnóstico produce un impacto psicológico muy fuerte en la familia. Tras el cual, surge la duda de si informar o no al niño. En estos casos, consultar con un especialista sobre qué hacer y de qué manera, puede ayudar tanto a la familia como al niño.
El diagnóstico de cáncer es una situación muy delicada que requiere mucha comprensión, delicadeza y sobre todo apoyo.
Los efectos de la enfermedad, las características del tratamiento y su evolución, junto a la sensación de incertidumbre suelen originar muchos interrogantes que necesitan respuestas. La intervención psicológica puede ayudar a encontrarlas o al menos, a aprender a manejar las situaciones que surjan.
A continuación enumeramos una serie de tratamientos que han demostrado en numerosas ocasiones su eficacia. Para facilitar su comprensión, desglosaremos los principales síntomas de los que hemos hablado anteriormente con sus principales tratamientos.
Reducción de náuseas y vómitos: relajación muscular progresiva con imágenes guiadas, hipnosis y desensibilización sistemática.
Control del dolor: distracción, uso de la imaginación, entrenamiento en relajación/respiración, refuerzo positivo, terapia musical e hipnosis.
Reducción de la fatiga: distracción y planificación de actividades según su prioridad.
Tratamientos para la ansiedad: técnicas de relajación y respiración, visualización de escenas agradables, refuerzo de conductas adecuadas, refuerzo diferencial y auto-verbalizaciones positivas.
Tratamientos para la depresión: educación emocional, actividades agradables y reestructuración cognitiva.
Adaptación a la nueva vida tras superar el cáncer
La tasa actual de supervivencia de los niños con cáncer alcanza casi el 80%. Un dato esperanzador que aspira a llegar al 100% gracias a los avances en los diferentes tipos de tratamientos. Pero, ¿qué implica realmente ser un superviviente oncológico?
El cáncer es una enfermedad que se caracteriza, entre otras cosas, por largos períodos de hospitalización. Los más pequeños dejan de acudir al colegio, apenas pueden ver a sus compañeros o profesores y el contacto con el exterior es mínimo. Esto hace que su círculo social se reduzca y a la hora de volver a incorporarse aparezcan algunas dificultades.
La vuelta al colegio, por ejemplo, es un proceso complejo. Tanto los niños como sus padres manifiestan miedos. Por un lado, los niños no quieren separarse de sus padres y pueden tener ciertas preocupaciones por los cambios en su imagen corporal (alopecia, amputaciones, etc.). Por otro lado, los padres manifiestan miedo a que sus hijos sean rechazados por el resto o al contagio de enfermedades que afecten a su salud de nuevo.
En estos casos es recomendable que se proporcione información útil al niño y a toda la familia, pero también al profesorado que se va a responsabilizar de la situación. Reincorporarse conlleva un proceso de adaptación que necesita su tiempo.
Han demostrado su eficacia intervenciones tales como realizar reuniones con el personal del colegio para dar información sobre la enfermedad y el tratamiento, realizar actividades preliminares para preparar al niño para su vuelta al cole, o llevar a cabo presentaciones al resto de niños para que comprendan la enfermedad y las necesidades del niño que está a punto de llegar.
En definitiva, a través de la ayuda psicológica y sin olvidar la intervención multidisciplinar con otros profesionales, podemos conseguir que los niños con cáncer y sus familias obtengan una mejor calidad de vida durante este duro proceso.
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