Mi hijo se duerme muy tarde viendo el celular 📲 😩 ¿Qué puedo hacer?

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Que tu hijo se duerma muy tarde por el uso del celular es una preocupación muy común. Aquí tienes algunas estrategias efectivas que puedes aplicar para ayudarlo a descansar mejor:


🌙 1. Establece un horario fijo de sueño

 • Define una hora constante para ir a dormir y despertar, incluso los fines de semana.

 • Los niños de 8 años necesitan entre 9 y 12 horas de sueño.


📱 2. Crea una “zona libre de pantallas” antes de dormir

 • Retira el celular al menos 1 hora antes de dormir.

 • Guarda el dispositivo fuera del cuarto o en un lugar común (no debajo de la almohada ni en la cama).

 • Puedes usar una caja o espacio especial para “poner a dormir” los dispositivos también.



📘 3. Sustituye el celular con una rutina relajante

 • Lectura de un cuento juntos.

 • Música suave o audiocuentos sin pantalla.

 • Dibujar o escribir en un diario.



🛏️ 4. Haz del cuarto un ambiente que invite al sueño

 • Apaga luces fuertes.

 • Usa luces cálidas o tenues (como una lámpara de noche).

 • Evita juguetes ruidosos o muy estimulantes cerca de la cama.



🤝 5. Habla con tu hijo, no solo impongas

 • Pregúntale por qué le gusta ver videos por la noche.

 • Explícale con calma cómo afecta eso su energía al día siguiente (menos concentración, más cansancio, irritabilidad).

 • Establezcan reglas juntos, eso aumenta la cooperación.



⏰ 6. Pon límites claros con consecuencias lógicas

 • Ejemplo: “Si no se entrega el celular a la hora acordada, al día siguiente se usa menos tiempo”.

 • Es importante ser constante, no solo decirlo una vez.


Si el problema persiste por más de un mes o impacta su comportamiento diurno (bajo rendimiento, irritabilidad, sueño en clase), podría ser útil hablar con un pediatra o un especialista en sueño infantil.

Dicen que el koala no hace mucho… pero no porque sea flojo.

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Es porque eligió la calma como forma de vida.


Duerme más de lo que se mueve.

Come cuando tiene hambre.

Y se queda quieto… no porque no tenga a dónde ir, sino porque aprendió que estar presente también es avanzar.


No corre tras nadie.

No huye de todo.

No grita para ser escuchado.


Solo está.

Como quien sabe que la paz no se busca afuera… se cultiva adentro.


El koala no impresiona con rugidos.

No necesita garras para hacerse respetar.

No impone autoridad… pero nadie lo molesta.


¿La razón?

Tiene esa energía suave que no incomoda.

Esa ternura que no es debilidad, sino sabiduría.

Esa presencia que no invade, pero tampoco desaparece.


Y por eso lo buscan:

Los niños, los ancianos, los estresados del mundo que ya no pueden con tanto.

Porque estar cerca de un koala… te baja el ritmo del corazón.


El koala no pretende cambiar el mundo.

Pero cambia la forma en que lo habitas.


No vive para demostrar nada.

No vive para complacer a nadie.

Solo vive… a su ritmo.


Sin presiones.

Sin metas vacías.

Sin ruido.


Y tal vez por eso, en un planeta lleno de prisa, su pausa se siente como un abrazo.

El sueño de toda madre es ver a su hijo triunfar.


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El sueño más grande que habita en el corazón de una madre no está escrito en metas personales ni en logros propios. Su verdadero anhelo, el más profundo e inquebrantable, es ver a su hijo triunfar en la vida. Desde el primer instante en que lo lleva en su vientre, su mundo cambia por completo. Deja de pensar en ella misma para comenzar a vivir en función de ese pequeño ser al que promete proteger, formar y acompañar hasta verlo caminar por sus propios medios, con la frente en alto y el alma llena de principios.


Una madre no desea riquezas para ella, ni busca aplausos ni reconocimientos. Ella lo daría todo sin dudarlo: su juventud, sus fuerzas, sus horas de sueño, su bienestar y hasta sus propias oportunidades. Trabajaría el doble, soportaría el cansancio y los días difíciles con una sonrisa si eso garantiza que su hijo tenga un mañana mejor. Ella no mide su entrega, porque el amor de una madre no tiene límites ni condiciones. Es una fuerza silenciosa pero poderosa que construye día a día el futuro de sus hijos con pequeños actos de amor y grandes sacrificios que muchas veces ni se notan.


Su mayor alegría no está en que su hijo sea famoso o millonario, sino en verlo convertirse en un hombre íntegro, justo, respetuoso, humilde y valiente. Un hombre que sepa luchar por sus sueños sin pisotear a nadie, que lleve siempre consigo las enseñanzas de su madre, esas que le fueron sembradas desde niño con palabras dulces, consejos sabios y ejemplos firmes. Porque una madre no solo alimenta el cuerpo de su hijo, también nutre su alma y fortalece su carácter.


Ella lo educa con paciencia, aunque muchas veces no sepa si lo está haciendo bien. Se esfuerza por mostrarle el camino correcto, aunque el mundo esté lleno de atajos fáciles. Y cuando él cae, ella no lo juzga, lo levanta con ternura, recordándole que cada caída también forma parte del triunfo. Porque para una madre, cada paso que su hijo da hacia adelante, por pequeño que parezca, es una victoria compartida.

Crédito al autor.


Incluso cuando ya ha crecido, cuando tiene su propia vida y sus propios sueños, la madre sigue allí, en silencio, siendo su refugio, su guía invisible, su oración constante. Porque el amor de madre no se apaga con los años, al contrario, se vuelve más fuerte y más sabio. Y aunque muchas veces no lo diga, su mayor orgullo no está en lo que su hijo tiene, sino en lo que él es.

TE AMO...🫶🏻💖✨

Decir y pronunciar TE AMO libera una energía lumínica, que llega hasta el Cosmos, ida y vuelta, y al retornar vuelve aún más cargado de luz,...