"Mamá está en la menopausia".💖



 Mamá ya no es la misma…Pero no porque haya dejado de amar, sino porque su cuerpo está librando una guerra silenciosa.


Se despierta empapada de sudor en la madrugada, aunque afuera haga frío. Tiene insomnio, pero también un cansancio que le cala hasta los huesos. A veces le tiemblan las manos, a veces arde por dentro. Su corazón late con fuerza sin razón, sus articulaciones duelen, los oídos zumban, le falta el aire… y hasta las palabras se le escapan.


Llora por cosas que antes ni la tocaban. Olvida lo que tenía memorizado, pierde la paciencia y no, no está “loca”.


Está en la menopausia.

Pero eso nadie lo dice. Nadie lo ve. Nadie lo entiende.


Ni siquiera en su propia casa.


Porque cuando una madre cambia, todos se molestan, pero nadie se detiene a preguntar qué está pasando. Porque para la sociedad, la mujer debe ser útil, servicial, fértil y discreta. Y si no cumple con eso, se vuelve “exagerada”, “histérica” o “insoportable”.


Pero lo cierto es que mamá no está bien.

Se siente extraña en su propio cuerpo.

Su piel cambió, su cabello se cae, su reflejo ya no le gusta.

Se siente invisible.

No deseada.

No comprendida.

No escuchada.


Y aun así… sigue.

Sigue cocinando, cuidando, resolviendo, organizando, aguantando.


¿De verdad creen que eligió sentirse así?


La menopausia no es una pausa. Es una revolución interna. Es un puente entre la mujer que lo dio todo por los demás… y la mujer que por fin debería empezar a vivir para ella.


Pero en vez de abrazarla, todos se alejan.

En vez de cuidarla, la critican.

En vez de apoyarla, la hacen sentir que estorba.


Y no, no es justo.


Porque mamá estuvo ahí en todas tus fiebres, tus berrinches, tus crisis, tus derrotas.

Ahora le toca a ella.

Ahora es cuando más necesita que estés.


Y si no sabes qué hacer, al menos dile:

“Estoy aquí. Y no estás sola.”


Porque mamá no está insoportable.

Está cambiando.

Y merece que la acompañes, no que la señales.

Hola, pequeño. Te escribo desde el futuro.




Desde un lugar al que llegaste… a pesar de todo. Sé que muchas veces te sentiste solo. Que te tragaste las lágrimas para no molestar. Que fingiste estar bien… solo para no incomodar. Y que esperaste, por mucho tiempo, que alguien llegara a salvarte. Pero no llegó nadie.


Nunca tuviste ese juguete que tanto soñabas,

pero tuviste imaginación, y con eso construiste mundos enteros.


Tus tenis estaban rotos, pero con ellos aprendiste a correr fuerte,

a escapar del dolor, a buscar tu lugar.


Ese restaurante que un día dijiste que ibas a conocer…

no lo pisaste de niño.

Pero hiciste la promesa,

y un día, llegaste tú solo.

Sin nadie que te llevara.


Sin nadie que te dijera “te lo ganaste”.

Porque ya sabías que sí.


Tú no tuviste una infancia perfecta,

pero hiciste magia con lo poco que tenías.

Y aunque hubo noches frías,

tú fuiste tu propio fuego.


Gracias.


Gracias por no rendirte.

Por reír cuando todo dolía.

Por inventarte esperanza con las manos vacías.

Por seguir creyendo que algo bueno podía pasar… aunque nadie te lo prometiera.


Hoy estoy aquí por ti.

Por tu fuerza silenciosa.

Por tus lágrimas escondidas.

Por esa voz que nadie escuchó, pero que nunca se apagó.


Y aunque a veces aún me duela,

quiero que sepas que ahora tienes a alguien que sí te cuida.

Alguien que sí te abraza.

Alguien que por fin te escucha: yo.


Ya no estás solo, pequeño.

Nunca más.


Y si un día sientes que te falta algo…

recuerda que tú no naciste para ser olvido.

Naciste para ser historia.


Créditos al autor.✍🏻

"Mamá está en la menopausia".💖

 Mamá ya no es la misma…Pero no porque haya dejado de amar, sino porque su cuerpo está librando una guerra silenciosa. Se despierta empapada...