La vida jamás es un camino recto.
Tampoco sencillo.
Comenzó el nuevo año y lo verdaderamente importante no es lo que sucedió el año pasado.
Lo importante es lo que haremos con lo que nos pasó.
Qué hemos aprendido del huracán.
Si algo nos enseñó el año pasado es a no dar nada por sentado.
A tomar cada instante y respirarlo como si fuera el último.
A decir te quiero y a tocar mucho cuando podamos.
A presenciar la fragilidad.
El único propósito del 2022 debería ser el de esforzarnos porque todas las existencias sean igual de importantes.
Porque lo único que tenemos que conservar es eso: la existencia.
No sabemos cómo serán los días futuros.
Lo que está claro es que hacer planes no sirve de nada.
Porque viene la realidad y te los desmonta y te deja temblando.
Recuperar el valor de lo invisible, de lo minúsculo.
Volver cada vez que podamos al ahora.
A la hoja que mueve el viento, al sonido de la ola, al sol que regresa.
Volver a sentir que habitamos un planeta.
Tal vez eso es lo que tengamos que aprender de todo esto.
Recordar que estamos aquí, juntos y juntas.
Que este es nuestro hogar común.
Que esto es un estallido inaudito.
Hasta que deja de serlo.💕
No hay comentarios:
Publicar un comentario