Tuve un amor de esos que jamás pude llamar mío, de esos que te sangran en tinta y te dejan moribundo, agonizando entre gritos y entre versos por tanto tiempo.
Tuve un amor letal como un veneno, y tan mortal como un pedazo de crack que al inhalarlo te consume la razón y voluntad.
Tuve un amor ¡Carajos! Y me dolió en el alma dejarlo, sentí morir con un dolor tan hijueuputª que creí que se me iba a estallar el corazón.
Tuve un amor que te corroe el cuerpo, la sangre y el corazón, de una manera que sientes que no puedes dejar de escribir y hablar de esa persona.
Tuve un amor, me correspondió en su momento, pero no fue tan grande para ese hombre al que le entregué años de entrega absoluta, de respeto, de fidelidad.
Tuve un amor que al final se esfumó, que se desintegró y no quedó nada más que el recuerdo, pero ese amor a mí me dejó el corazón como un témpano.
Tuve un amor letal... Tan letal que lo imortalicé en la tinta que hoy plasmo cuando escribo melancólica... Tuve un amor y aunque siga escribiendo de él, ya es parte de una historia que no pudo ser.
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