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La fortaleza de agradecer.
Ser agradecidos es más que una norma de cortesía. El agradecimiento es una forma de cruzar fronteras para llegar a un plano más emocional, personal e incluso espiritual.
¿Por qué no agradecer a la vida por formar parte de ella? ¿Por qué no reconocer a los demás por lo que son, y por esas facetas por las cuales, les queremos? Y más aún… ¿Por qué no agradecernos a nosotros mismos por nuestra entereza, valentía y superación?
Lo sabemos, en ocasiones no es nada fácil adentrarnos en el llamado «conocimiento del corazón», ese que nos dejó intuir el mismo Lao Tse con la frase que da título a este artículo. Las personas vivimos casi cada día ancladas a este cerebro que nos guía por el camino más objetivo y racional, ahí donde habitan algunos rencores, algunas frustraciones…
Ese que nos dejó intuir el mismo con la frase que da título a este artículo. Las personas vivimos casi cada día ancladas a este cerebro que nos guía por el camino más objetivo y racional, ahí donde habitan algunos rencores, algunas frustraciones…
Los 4 pilares del agradecimiento
El sencillo acto de ser agradecidos, supone ya un modo de liberación personal. Es reconocer, es actuar con humildad y sin artificios, aprendiendo a valorar lo que de verdad es importante en la vida. Hablemos hoy sobre ello, ahondemos en el valor y el poder del agradecimiento.
1. Apertura emocional.
¿Por qué hay tantas personas a las que les cuesta dar las gracias? Cuando hacemos cualquier cosa por alguien no esperamos «obligatoriamente» ese gracias que marca la cortesía y la buena educación.
Lo que de verdad buscamos es ser reconocidos, buscamos que se comprenda que nos hemos preocupado, que hemos invertido no solo tiempo, sino también parte de nuestras emociones.
Las personas que no practican el agradecimiento suelen presentar las siguientes características:
Negación emocional: evitan abrirse a los demás y actúan a menudo de modo desafiante o de forma autosuficiente cuando en realidad, carecen de una buena autoestima y son bastante frágiles en su interior.
Actúan con cierto egoísmo, practican la ingratitud y en ocasiones, hasta la soberbia.
El no reconocer a los demás, supone también no reconocerse a ellos mismos, por tanto son personas que carecen de habilidades emocionales.
Para practicar el agradecimiento, debemos ser capaces de abrirnos emocionalmente. Solo así podremos obtener conocimiento de nosotros mismos y los demás, a través de un corazón activo, fuerte y sincero.
2. La gratitud y el reconocimiento son los mejores regalos del ser humano.
Pocos valores son tan poderosos como reconocer a nuestros semejantes mediante la gratitud. Es una forma universal de conocimiento y de unión, de unir vínculos. «Yo te reconozco a ti por lo que eres, por tus virtudes, por tu forma de ser, y te doy las gracias por formar parte de mi vida enriqueciéndola con tu presencia».
3. Ser agradecido no es estar en deuda.
Hay quien piensa que el simple hecho de recibir algo y de tener que dar las gracias, supone de inmediato quedar en deuda con esa persona que ha hecho una cosa determinada por nosotros. Si en tu interior queda esa sensación, la de esa obligatoriedad por devolver un favor, no estaremos practicando un agradecimiento libre, sincero y espontáneo.
El agradecimiento es una actitud que no exige obligaciones, es una forma de ser que trasciende todos nuestros actos.
Si tú haces algo por tu hermano, o por tu amiga, no marcas una «x» en tu agenda, esperando que ese favor se devuelva un día u otro. Lo haces porque quieres y «porque reconoces» a esa persona como parte de ti, lo has hecho libremente y sin esperar nada a cambio.
Ahora bien, no esperaremos la vuelta de ese detalle, pero lo que sí deseamos es que se nos reconozca. Establecemos un lazo donde unos y otros formamos una misma entidad. Es casi como lo que nos trasmite la palabra «Namasté» (yo te saludo y te doy las gracias, te reconozco a ti como divinidad, que a la vez, forma parte de mi).
4. La importancia del agradecimiento personal.
Nos pasamos media vida agradeciendo cosas a los demás: la dedicación de nuestra familia, el altruismo de nuestros amigos, el cariño de nuestra pareja o el reconocimiento a esas personas que entran y salen de nuestra vida enriqueciéndola con sus pequeños actos.
Ahora bien, ¿te has detenido en alguna ocasión a agradecerte algo a ti mismo? ¿Piensas que es una actitud egoísta y algo desafinada? En absoluto. No importa que seas religioso, escéptico o espiritual, el autoreconocimiento no transige ninguna norma, sino que es un pilar básico con el cual, reforzar tu autoestima.
Madre e hijo.
¿Qué tal si a partir de ahora actuamos de un modo más humilde y valoramos las cosas más sencillas de nuestra vida? Agradece a esa brisa fresca que te alivia en verano, a esa buena decisión que tomaste hace poco, da las gracias por tener a tu familia, a esa mascota que te dedica un amor eterno.
Da las gracias simplemente por existir, por estar bien, por comprender que no somos más que estrellas fugaces que vienen y van, y que solo buscan vivir la vida con la máxima plenitud. ¿Por qué no?
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