Lejos de hundirnos, las decepciones deben ayudarnos a crecer como personas, y debemos aprender a asimilarlas y a hacerlas parte de nuestro ser para que no nos impidan avanzar
Hay decepciones que te hacen abrir los ojos y cerrar el corazón.
¿Cuántas decepciones te has llevado a lo largo de tu vida?
Seguramente, muchas. No obstante, hay algunas que
nos han hecho cambiar de algún modo nuestra vida.
¿Cuántas decepciones te has llevado a lo largo de tu vida? Seguramente, muchas. No obstante, hay algunas que nos han hecho cambiar de algún modo. Tras esas experiencias, hemos aprendido a ser más prudentes y, quizá, más desconfiados.
Suele decirse que toda decepción tiene su impacto emocional en el ser humano. Es, por tanto, un proceso normal que forma parte de nuestro ciclo vital. Ahora bien, es conveniente saber gestionarlas de modo adecuado para que no acaben cerrando nuestro corazón para siempre.
La vida debe ser siempre una invitación continua a experimentar, a arriesgarnos, a mantener la ilusión. Y, desde luego, toda decepción duele, pero si las vivimos es por algo: para aprender.
Las palabras o elección de alguien no te define como persona.
Hay quien, tras ser rechazado, piensa que no vale como persona. Se mira al espejo y se convence a sí mismo de que no hay nada positivo en su imagen, que no agrada, que su personalidad no parece estar hecha para encajar con otras parejas.
Es un error. La opinión de una persona no te define. Es su palabra, es su mundo, sus creencias y nada de ello tiene que ver contigo por en muy alta estima que la tuvieras.
Las decepciones que nos llegan de una o varias personas en concreto son solo muestras de que, en realidad, “no encajamos con sus mundos”. Y, lo creas o no, existen muchos más mundos, más universos creados por personas maravillosas que sí encajarán con tus esquinas, vacíos y recovecos.
Lo complejo de las decepciones es que en ocasiones, nos llegan de personas que nos son muy significativas. Por tanto, es normal sufrirlas.
Ahora bien, ese sufrimiento debe se puntual y no cargarlo para siempre en nuestro corazón, o quedaremos prisioneros de nuestros propios enemigos. Las decepciones se asumen, y después, nos deben servir de aprendizaje.
Es esencial “desactivar” toda emoción negativa de su recuerdo para poder avanzar.
Lee también: 5 consejos para mejorar la autoestima.
Cómo gestionar las decepciones:
En efecto, hay decepciones que nos hacen abrir los ojos y cerrar el corazón. El mundo es complejo, y las personas con las que nos relacionamos no siempre actúan como nosotros esperamos.
No obstante, hemos de tener claro que también nosotros podemos decepcionar a los demás de algún modo u otro.
De ahí, que valga la pena tener en cuenta estas sencillas ideas.
Valora a las personas de forma justa, no te hagas grandes expectativas
Lo mejor para vivir en paz y equilibrio es dejarnos llevar en el día a día y no crear altas expectativas. Está claro que si hay algo que todos necesitamos es poder confiar en las personas que queremos.
Si nos fallan, tienes todo el derecho a sentirte enfadado o indignado.
Ahora bien, algo que nos puede ayudar mucho es evitar ideas como “mi pareja me va a apoyar en todo y lo va a hacer todo por mi”, “mis amigos están de acuerdo en todo lo que hago y están a mi disposición en cualquier momento”.
No caigas en estas ideas. No lo esperes todo de los demás, espéralo todo de ti mismo.
Evita las decepciones permanentes, busca tu propia cura
Las decepciones son aspectos que nos van a acompañar toda la vida. El mundo nunca va a ajustarse a nuestras expectativas. Nuestros seres queridos nos pueden fallar y aquellos a quienes tenemos en un pedestal nos demuestran de vez en cuando que también son falibles.
Debemos asumirlo, pero nunca rendirnos. Las decepciones te harán abrir los ojos y lo más probable es que, después de ellas, seas más cauto, prudente e incluso escéptico.
No pasa nada. Es normal, pero no lo es que te dejes llevar y caigas en estas dimensiones:
El negativismo.
La falta de confianza en el ser humano en general.
La pérdida de la ilusión.
Esto es lo último en lo que debemos convertirnos: en personas enfundadas por la tristeza, esa herida causada por una decepción que nunca sanó.
Las decepciones duelen y nos cambian, pero nunca debes dejar que te hagan cerrar puertas hacia tu propio crecimiento personal.
La vida es cambio y es aprendizaje. Son aspectos negativos que integrar y asumir para después poder avanzar.
En ocasiones, una decepción nos hace salir de un engaño en el que estábamos viviendo. Es algo que debes tener en cuenta, porque a veces son necesarias para poder ver una realidad de la que no éramos conscientes:
Que esa persona no te respetaba como tú pensabas, que te mentían a tus espaldas, que eran egoístas y se priorizaban a sí mismas por encima de todo…
No veas las decepciones como hechos insalvables puesto que, en ocasiones, son hasta necesarias. Para salir de ellas, para afrontarlas, debes entrar en contacto contigo mismo para recobrar tu autoestima, y después es necesario que seas capaz de volver a confiar.
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Siempre hay gente buena, siempre hay mil proyectos que te pueden ilusionar y hacerte feliz. La esperanza es algo que nunca se termina mientras tú la contengas en tu propio corazón.
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