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¿Cómo puedo ayudar a mi hijo con depresión?




Los niños pueden sufrir depresión al igual que los adultos. Ahora bien, que nuestros pequeños, de forma perfectamente normal, nos cuenten o nos muestren que se sienten tristes, infelices, irritados o con desaliento durante un período breve de tiempo es muy diferente a que padezcan este trastorno. Hay que saber diferenciar entre la expresión de emociones negativas y la presencia de una patología.

Así, cuando las emociones negativas se quedan en la vida del menor inundándola poco a poco e interfiriendo en los distintos aspectos de su vida, como en su rendimiento escolar o en la convivencia familiar puede que estén indicando la presencia de este trastorno. ¿Podemos hacer algo como padres para ayudarles en esta situación? Sí. ¡Continúa leyendo y descubre cómo!


“Una de las cosas más afortunadas que te pueden suceder en la vida es tener una infancia feliz”

-Agatha Christie-
 Cómo puedo saber si mi hijo padece depresión?

Antes de ponerle remedio, primero tendremos que saber si este es el problema que realmente presenta nuestro pequeño. Para ello, podemos estar alerta ante una serie de señales que nos pueden indicar que tiene depresión. Aun así, siempre tendremos que contar con el diagnóstico de un profesional.

Las señales que debemos tener en cuenta son: estado de ánimo irritable o depresivo, problemas de conducta o de disciplina, pérdida de interés o placer, autoestima baja, aislamento social, agitación, dificultad al concentrarse y sentimientos de que no vale nada y desesperación.


También son síntomas de alarma: cambio en el apetito, llanto frecuente, trastornos en el sueño (tanto la falta como el exceso del mismo), quejas físicas, cansancio, subida o bajada de peso, conductas dirigidas a lastimarse a sí mismo, crecimiento y peso no apropiados para la edad y el desarrollo del niño y, por último pero no menos importante, hablar o intentar cometer un suicidio.

Hay que tener en cuenta que estas circunstancias se pueden asociar también a otros problemas o trastornos. De esta forma, puede resultar difícil para los padres delimitar si es depresión u otra cosa. Lo que está claro es que indican que tanto el niño como nosotros necesitamos ayuda… ¡Pidámosla y acudamos a un psicólogo adecuado!

“No puedo pensar en ninguna necesidad de la infancia tan fuerte como la necesidad de protección de un padre”
 -Sigmund Freud-

Si tiene depresión, ¿qué puedo hacer?

A parte de la ayuda profesional es importante que, como padres, aportemos nuestro granito de arena y ayudemos a nuestro hijo. Para empezar, si nuestro pequeño tiene una autoestima baja y tiende a criticarse a sí mismo, podemos elogiarle y acentuar lo positivo. Eso sí, ¡de manera sincera! Al igual que podemos cuestionarle de forma comprensiva esas críticas negativas hacia sí mismo, además de señalarle los pensamientos negativos que manifieste.

En la depresión suele aparecer la culpabilidad. Cuando esto ocurra, debemos ayudarle a distinguir entre aquello que puede controlar y lo que no. Si se dan la impotencia o la desesperación, podemos instarle a que escriba o hable de sus sentimientos, así como a que anote pensamientos placenteros 3 o 4 veces al día. Al principio le costará, pero es un ejercicio que le va a ayudar a aumentar su afecto positivo.

“Nunca es demasiado tarde para tener una infancia feliz”
                                                                       -Tom Robbins-

Si vemos que hay pérdida de interés y tristeza, podemos preparar una actividad interesante al día. En esta línea, también nos vale planificar acontecimientos especiales y comentar en familia temas agradables. De hecho, el plano familiar es muy relevante en todo esto. Tener una estabilidad en este ámbito nos va a ayudar de forma considerable. ¿A qué me refiero? A mantener una rutina y a disminuir los cambios en asuntos familiares, comentando estos con antelación para intentar reducir las preocupaciones.

Si observamos pensamientos o señales relacionadas con el suicidio, debemos acudir al profesional lo antes posible. En definitiva, es relevante apoyar al pequeño todo lo posible y ayudarle lo mejor que podamos. Sus tristezas y pensamientos negativos también son importantes.

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